La evolución del mercado y los nuevos factores que afectan la cadena de suministro, como la presión del comercio electrónico, exigen a las empresas digitalizar sus operaciones logísticas. La última milla es una de las etapas que necesitan de esta transformación para dar respuesta a los retos y el crecimiento de las ventas en línea. No obstante, el nivel de avance entre las organizaciones relacionadas con la última milla aún es incipiente.

Actualmente, el 60% de las compañías relacionadas con esta actividad apenas están iniciando la digitalización, a pesar de que es un negocio muy vinculados al e-commerce. En ese sentido, el sector encara retos como el de incrementar su eficiencia para mejorar la rentabilidad, identificar focos de ineficiencia en los repartos o aumentar la satisfacción de los clientes, todo ellos puntos a trabajar desde la pendiente digitalización. 

Así lo explican desde la compañía tecnológica Solera, experta en todo el ciclo de vida del automóvil, que recuerda que la última milla representa el 50% de los costes totales de la cadena de suministro. Es por ello que es importante generar ahorros a través de la digitalización en un parte del proceso con tanto impacto en la cuenta de resultados.

Situación y retos del e-commerce

El secretario general de la Federación Gallega de Transporte de Mercancías (Fegatramer), José Carlos García Cumplido, detalla que el volumen del comercio electrónico en España se ha duplicado en el último lustro, y que más de un 30% de las transacciones vinculadas a ventas por el canal digital llevan asociada una entrega física.

De hecho, la demanda del usuario abarca cada vez mayor expectativas y la satisfacción de los clientes se ha extendido a la cultura del hiperservicio: demandan servicio 24 h/ 7 días, menores plazos de entrega, mayor trazabilidad y flexibilidad, menores costes de envío y gratuidad de las devoluciones.

El secretario general de Fegatramer explicó que, en el caso de las ciudades y grandes áreas urbanas, este último tramo es de gran complejidad por sus propias características: la capilaridad del reparto, las reducidas cantidades por pedido, los elevados volúmenes de actividad y, sobre todo, por la interferencia con la actividad y la movilidad urbana diaria.

Además, indica que la logística de última milla supone un reto crítico para las empresas que operan en las grandes urbes en materia de sostenibilidad ambiental, por sus implicaciones en la congestión urbana, y también por la eficiencia logística y costes asociados al transporte, que erosionan la rentabilidad de muchas empresas del sector transporte a niveles marginales.