Huella de carbono: Una herramienta clave para la sostenibilidad

diciembre 17, 2024

Escrito por: Admin L360

Medir la huella de carbono requiere seguir un proceso estructurado que involucra la recopilación de datos, el análisis de fuentes de emisión y la aplicación de metodologías reconocidas.

Escrito por: Karen Landeros Jorquera, Ingeniera Civil Logística | Máster en Energía Renovable y Sostenibilidad Energética | Directora de Desarrollo Sostenible y Equidad de Género – Winlog.

El cambio climático es uno de los desafíos más críticos que enfrentamos en la actualidad, con impactos que se extienden a nivel social, económico y ambiental. La intensificación de fenómenos como sequías, inundaciones y olas de calor, junto con la pérdida de biodiversidad y recursos naturales, exige una respuesta inmediata y colectiva. En este contexto, la huella de carbono emerge como una herramienta fundamental para medir y gestionar nuestro impacto ambiental. Este concepto no solo permite cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas a nuestras actividades, sino que también nos ofrece un marco para reducirlas y transitar hacia prácticas sostenibles.

La huella de carbono se define como el total de emisiones de GEI, expresadas en toneladas de dióxido de carbono equivalente (tCO₂e), generadas directa o indirectamente por individuos, organizaciones, productos o actividades. Este indicador tiene una relevancia estratégica porque facilita la comprensión de cómo nuestras decisiones cotidianas, industriales o gubernamentales contribuyen al cambio climático. Además, proporciona una base para establecer metas de reducción de emisiones, cumplir con normativas ambientales y fortalecer la competitividad y reputación de las empresas comprometidas con la sostenibilidad.

Medir la huella de carbono requiere seguir un proceso estructurado que involucra la recopilación de datos, el análisis de fuentes de emisión y la aplicación de metodologías reconocidas. Este cálculo se organiza en tres alcances. El alcance 1 incluye las emisiones directas derivadas de actividades controladas, como el consumo de combustibles fósiles o procesos industriales. El alcance 2 se enfoca en las emisiones indirectas provenientes de la generación de electricidad u otras fuentes de energía adquirida. Por último, el alcance 3 analiza las emisiones indirectas a lo largo de toda la cadena de valor, desde la producción de insumos hasta la disposición final de los productos como transporte de proveedores, viajes corporativos o disposición de residuos. Para realizar estas mediciones, existen herramientas reconocidas como el GHG Protocol, la norma ISO 14064 y la PAS 2050, que garantizan la rigurosidad y comparabilidad de los resultados.

La medición de la huella de carbono no es un fin en sí mismo, sino el punto de partida para tomar acciones concretas. Las empresas juegan un papel fundamental en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero mediante el uso de tecnologías limpias, la optimización de sus cadenas de suministro y la mejora de la eficiencia energética en sus operaciones que no solo contribuye a la reducción de la huella de carbono, sino que también genera ahorros significativos en los costos operativos de las empresas. Esto demuestra que la sostenibilidad y la rentabilidad no son conceptos excluyentes, sino que deben ir de la mano. Sin embargo, es probable que algunas emisiones sean inevitables, incluso con estas acciones de reducción. En estos casos, el mercado de carbono ofrece una solución efectiva para compensar las emisiones. A través de la adquisición de créditos de carbono, las empresas pueden financiar proyectos que capturan o evitan la emisión de CO2, como iniciativas de reforestación o el impulso de energías renovables. Este mecanismo permite a las empresas compensar sus emisiones, cumpliendo con sus objetivos climáticos y contribuyendo a la sostenibilidad global, al mismo tiempo que apoyan la transición hacia una economía más responsable. Por otro lado, los gobiernos tienen la responsabilidad de establecer políticas públicas que impulsen la transición hacia una economía baja en carbono, como metas de reducción de emisiones alineadas con el Acuerdo de París, incentivos fiscales para energías renovables y el desarrollo de infraestructura para una movilidad sostenible.

Sin embargo, la sostenibilidad no es solo un desafío de empresas y gobiernos. Los ciudadanos tenemos un papel crucial que desempeñar a través de sus decisiones diarias. Cambiar hábitos como optar por medios de transporte sostenibles, reducir el consumo energético en el hogar, preferir productos locales y minimizar el uso de plásticos desechables son ejemplos de cómo las pequeñas acciones pueden tener un impacto significativo. Este compromiso colectivo es esencial para lograr un cambio global.

La huella de carbono también afecta directamente nuestra vida diaria, ya que cada actividad, desde encender una luz hasta el transporte que utilizamos, genera emisiones. Reducir estas emisiones puede mejorar nuestra calidad de vida mediante la adopción de tecnologías más eficientes, la disminución de la contaminación y la conservación de los recursos naturales. Por ejemplo, el uso de energías renovables no solo reduce las emisiones de GEI, sino que también contribuye a la seguridad energética y a la diversificación de las economías locales.

Es fundamental que todos los actores —individuos, empresas y gobiernos— nos comprometamos con la acción climática. Este es un momento crítico para implementar estrategias integrales que reduzcan las emisiones y mitiguen los efectos del cambio climático. Adoptar modelos económicos sostenibles no es solo una necesidad ambiental, sino también una oportunidad para promover el desarrollo económico y social.

En conclusión, medir, gestionar y reducir la huella de carbono no es una opción, sino una responsabilidad ineludible de todos los actores de la sociedad. Cada tonelada de emisiones evitada es un paso crucial hacia la preservación del planeta y el bienestar de las futuras generaciones. La crisis climática nos exige actuar con urgencia y determinación, impulsando soluciones sostenibles que no solo mitiguen el impacto ambiental, sino que también transformen nuestras economías, nuestras empresas y nuestra forma de vida. Este es un llamado a tomar acción hoy, porque el futuro no espera, y cada decisión que tomemos ahora definirá el mundo en el que viviremos mañana.

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